Samantha Jirón, una valiente activista nicaragüense de 23 años que fue encarcelada por el régimen de Ortega, comparte su intensa experiencia de desarraigo. Relata el doloroso dilema de elegir entre la libertad y dejar atrás a sus seres queridos. Además, narra la lucha de la juventud nicaragüense en la resistencia política y los desafíos de reconstruir su identidad tras ser deportada a Estados Unidos. Su historia destaca la complejidad del exilio y la búsqueda de un nuevo hogar en medio del miedo y la esperanza.
Samantha Jirón, tras su liberación, tuvo que enfrentar la difícil decisión de dejar atrás su hogar y su familia en Nicaragua.
Su experiencia en prisión la llevó a desarrollar habilidades artísticas y un profundo deseo de compartir su historia y sufrimiento.
A pesar de la nostalgia por su patria, Samantha utiliza la cocina y su activismo para mantener viva su identidad cultural en el exilio.
Deep dives
La cultura nicaragüense y la nostalgia de la comida
Samantha Girón, una inmigrante nicaragüense, mantiene viva su conexión con su tierra a través de la cocina. Aunque vive en San Francisco, prepara platos típicos de Nicaragua, como la sopa de queso, el gallopinto y las tortillas palmeadas, que evocan recuerdos de su hogar y su familia. La nostalgia impulsa su deseo de mantener las tradiciones culturales, especialmente en una comunidad de paisanos donde comparte con otros nicaragüenses. A pesar de su ausencia, se esfuerza por honrar su identidad cultural incluso en un país extranjero.
La represión y el activismo en Nicaragua
Samantha describe su vida antes de emigrar, marcada por la represión del gobierno de Daniel Ortega y el impacto que tuvo en su vida cotidiana. A los 15 años, se involucró en el activismo político al criticar la juventud sandinista en las redes sociales, lo que llevó a su expulsión del colegio. Las protestas de 2018 fueron un punto de quiebre, donde jóvenes como ella se levantaron contra un régimen que había consolidado una dictadura. La brutalidad de la represión fue un catalizador para su activismo, llevándola a usar su formación en primeros auxilios para ayudar a los heridos durante las manifestaciones.
El arresto y encarcelamiento
Tras el aumento de las tensiones, Samantha fue arrestada y enviada a una prisión de mujeres en Nicaragua, donde sufrió condiciones extremas y fue condenada a ocho años. Durante su tiempo en prisión, experimentó el aislamiento y la falta de contacto con el mundo exterior, con recursos muy limitados. La tortura psicológica fue constante, pero logró encontrar consuelo a través del arte, dibujando y compartiendo sus pensamientos en secreto. Su condena se debió a su activismo y a su papel en la difusión de información sobre la situación política en su país.
El inesperado camino hacia la libertad
En un giro inesperado, en febrero de 2023, Samantha y otros prisioneros políticos fueron liberados en una operación diplomática sin precedentes. Las autoridades nicaragüenses, presionadas por la comunidad internacional, negociaron su desplazamiento a Estados Unidos, donde recibirían un estatus migratorio temporal. Este momento de liberación fue un torbellino emocional, ya que muchos de ellos eran conscientes de los riesgos y la incertidumbre que enfrentaban al salir del país. La experiencia de ser liberados como 'traidores a la patria' les dejó una marca profunda, enfrentando la difícil realidad de perder su nacionalidad.
Reconstruyendo la vida en el exilio
Una vez en Estados Unidos, Samantha comenzó a enfrentar la dura realidad del exilio, lidiando con la pérdida de su patria y el sentimiento de desarraigo. Aunque rodeada de otros exiliados, la transición fue compleja y emocionalmente desafiante, lo que la llevó a reflexionar sobre su identidad y su futuro. Se involucró en el activismo y continuó sus estudios, a la vez que inició un emprendimiento de postres nicaragüenses como forma de mantener viva su cultura. En el fondo, el desafío de reconstruir su vida en un país que no eligió resuena diariamente con sus memorias y el deseo de regresar a casa.
En febrero de 2023, el dictador nicaragüense Daniel Ortega le ofreció la libertad a más de 200 presos políticos, entre ellos Samantha Jirón, de 23 años. Pero para Samantha y los demás, esta liberación estaba sujeta a una condición: debía dejar atrás todo y a todos los que amaba, y subirse a un avión sin conocer su destino. ¿Qué elegiría?
En nuestro sitio web puedes encontrar una transcripción del episodio "Te quedas o te vas". Or you can also check this English translation.
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