Marco Aurelio describe la mente como una fortaleza interna que nadie puede invadir sin nuestro permiso. En tiempos de incertidumbre y presión externa, la calma y la claridad dependen de cómo protegemos ese espacio interior. Construir esta “ciudadela” requiere vigilancia sobre nuestros pensamientos y emociones, eligiendo qué dejamos entrar. Al final, cuando todo a nuestro alrededor se tambalea, la única muralla que nos sostiene es la que hemos edificado dentro de nosotros.