Marco Aurelio advierte que cambiar de lugar o de actividad no sirve para escapar del malestar interno si no enfrentamos nuestro propio desorden interior. El estoicismo propone detenernos, mirar hacia adentro y cultivar la “ciudadela interior”, afrontando nuestras verdades con honestidad. La paz no se encuentra huyendo, sino aprendiendo a convivir con uno mismo.