Frente a la violencia, las guerras y la indiferencia, el estoicismo nos recuerda que la virtud se prueba en la tormenta. Como Epicteto, Marco Aurelio y Musonio Rufo, debemos responder al caos con humanidad, justicia y templanza. No se trata de discursos, sino de acciones concretas: resistir sin odio, actuar sin perder la dignidad, sostener la compasión cuando el mundo la olvida. La esperanza no nace del poder, sino de cada gesto virtuoso que mantiene viva la llama de la humanidad. Practicar la filosofía es decir “basta” al silencio y elegir la virtud, incluso cuando duele.


