

No todo lo que brilla es oro
En todo el mundo no existe otro material más valorado y codiciado que el oro. El rey de los metales preciosos, con su variedad de usos, relativa rareza y, sobre todo, su seductor brillo amarillo, es el símbolo máximo de la riqueza y el poder. Tan potente es nuestra atracción al oro que es capaz de entumecer nuestros buenos sentidos. Es por buen motivo que nació la frase fiebre del oro. Es precisamente esta cualidad que tiene el oro, de cegarnos a la verdad, que sirve de inspiración para la frase de hoy: No todo lo que brilla es oro. Este refrán nos recuerda que las cosas, al igual que las personas, no siempre son lo que aparentan. Las primeras impresiones a veces nos engañan y por lo tanto no debemos apresurarnos a juzgar sin antes mirar más de cerca. En otras palabras, algo que en primera instancia puede parecernos muy positivo, puede resultar ser negativo, pero la ignorancia, el optimismo y la impaciencia nos ciegan. Su origen exacto se desconoce, pero una de las menciones más antiguas de esta expresión la encontramos en Don Quijote de la Mancha, la obra de Miguel de Cervantes escrita en 1615. Ahí el refrán aparece como “No ha de ser oro cuanto reluce”. Aunque la expresión se ha adaptado al castellano moderno, en España, hasta el día de hoy, se usa el verbo relucir, mientras que en Latinoamérica es más común el verbo brillar. Vale mencionar también que este refrán toma un significado más literal para aquellos afectados por la fiebre del oro, como fue el caso de los Europeos durante la conquista de las Américas. A menudo estos determinados mineros pensaban que habían encontrado una fortuna en oro, cuando en realidad lo que tenían era pirita de hierro, también conocido como “oropel”. Este metal, muy parecido al oro pero mucho menos valioso, engañó y posteriormente decepcionó a cientos de exploradores con su brillo.
En inglés el refrán equivalente es una traducción exacta: Not all that glitters is gold.
https://www.newsinslowspanish.com/latino/series/expressions/15/20/transcript/1