Botepronto

El decreto es un manotazo en la mesa de su gobierno porque la parte operativa interna no está funcionando.Claudia Sheinbaum ya está en campaña, construyendo su candidatura. Ocupar la jefatura de gobierno es su fortaleza y su debilidad. Necesita mejorar su conocimiento fuera de los límites de la Ciudad de México y aún del país, pero su destape prematuro también la coloca en el centro de la diana de sus contrincantes políticos.

Es difícil creerle al PRI que dejarán plantado al presidente con la reforma eléctrica, que según la oposición está muerta después de la innecesaria exhibición de fuerza de Morena. Lo lamentable fueron los insultos de un lado y del otro en la Cámara, porque las mayorías sirven para aprobar las iniciativas en los términos de quien detenta el poder.

Si alguien genera una fisura al discurso presidencial, el propio Andrés Manuel López Obrador queda en entredicho. Pero lo que hundió a Nieto no fue el evento en sí mismo, sino la presencia de Ealy Ortiz en la boda del director de la UIF que rastreaba dinero sospechoso. Su reemplazo al frente de la UIF, Pablo Gómez, es un nombramiento que tiene sentido debido a su trayectoria. Ha sido 21 años diputado y senador y no ha dado lugar a ningún escándalo, además de que tiene talento para investigar. También es síntoma de que el movimiento se va cerrando.

El ejemplo de Nuevo León puede distorsionar la óptica de lo que va a necesitarse para ganar las próximas elecciones, pero no hay duda de que dos personajes de primera importancia de Morena, le jefa de gobierno Claudia Sheinbaum y el canciller Marcelo Ebrard, aprovecharon la ausencia, y sobre todo el silencio, del presidente López Obrador, para salir a hacer millas y avanzar casillas en el proceso sucesorio. Fue un buen intento, pero fallido. A Sheinbaum le da una ventaja enorme ser jefa de gobierno, cargo que es una gran caja de resonancia.

La Suprema Corte de Justicia declaró inconstitucional la prisión preventiva oficiosa por los delitos de defraudación fiscal, contrabando y expendición y venta de comprobantes fiscales, entre otros. Por otros delitos, hay multitudes en la cárcel debido a la prisión preventiva, que es la regla y no la excepción.

Esta reforma va a cambiar algunas coordenadas y a entrampar a algunas figuras del priismo, principalmente a su dirigente, Alejandro Moreno, quien tiene una oportunidad de ganarse el respeto de los suyos. Es el momento de ganarse su lugar y dejar de ser llamado burlonamente “Amlito”. Así será si conduce y disciplina a un bloque de priistas y logra que su posición sobre la reforma tenga impacto y consigan algunas modificaciones. Si simplemente no pasa, él quedará limitado como líder frente a esos expresidentes.

Emilio Lozoya ya no es el testigo de la corrupción, es la personificación de la corrupción. El pecado que cometió es que su fotografía será uno de esos momentos icónicos que hay en cada sexenio y que marcan épocas. El presidente prometió cambiar de régimen para que la minoría no se sienta cómoda con sus privilegios y lo que vimos fue el gráfico de esa minoría, confesa de delitos de corrupción, muy cómoda en el México de AMLO.

Por su carácter técnico, la reforma eléctrica no es un tema que pueda movilizar a los mexicanos, que más bien quieren un nacionalismo que proteja su bolsillo. En el Senado, los priistas estaban dando señales de cohesión, incluso como parte de un sólido bloque opositor. Sin embargo, los otros PRIs, o el PRI del 2021, puede seguir la flauta de Andrés Manuel López Obrador. Se necesitan 57 votos para lograr la mayoría calificada de 334 en la Cámara de Diputados. El PRI tiene la última palabra. 

Al fiscal se le ve muy cercano al presidente, sin embargo, la inoperancia de Gertz podría resultarle contraproduce si no soluciona el caso Lozoya. El costo político para el presidente o para su partido será marginal frente a la base electoral con la que AMLO piensa que puede ganar la elección, pero la impericia, el sesgo y la víscera de Gertz lo irá restringiendo y quitándole capacidad de acción. Si Lozoya no es encarcelado, el fiasco sí tendría impacto en la opinión pública y, en esa ecuación, al presidente podría convenirle que el fiscal renunciara.

Lo que fue sin duda un despropósito fue la invitación a Díaz-Canel al festejo de la Independencia. El único jefe de Estado que había hablado en el Zócalo era Charles de Gaulle. ¿Cuál era el propósito de López Obrador? Quizá hacerle un guiño a la base trasnochada de Morena que se niega a ver la realidad de la violación de derechos humanos que ocurre en la isla, o tal vez el presidente se dio un gusto.