Bukele: el señor de Los sueños | 5. ‘Batman’ descubre el viejo negocio de la violencia
Jan 31, 2024
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Nayib Bukele, presidente de El Salvador, ofrece una visión intrigante de su polémica estrategia de seguridad. Discute cómo la violencia extrema provocó un régimen de excepción que suspendió derechos fundamentales. Las comunidades enfrentan un dilema: la promesa de seguridad a costa de la libertad. Bukele también habla sobre su iniciativa de denuncias anónimas, que ha transformado la vida cotidiana en El Salvador, pero a su vez ha generado desconfianza entre los ciudadanos. La popularidad del presidente contrasta con las críticas de opacidad y abuso de poder.
El régimen de excepción en El Salvador, promovido por Nayib Bukele, ha alterado drásticamente la vida cotidiana y generado miedo en las comunidades.
Las arbitrariedades en las detenciones y la falta de transparencia han llevado a un aumento de denuncias por violaciones de derechos humanos en el país.
La estrategia de Bukele para combatir pandillas ha utilizado la narrativa de la guerra, consolidando su poder a expensas del tejido social y la confianza ciudadana.
Deep dives
Cumpliendo Promesas
Kamala Harris se establece como una candidata sólida debido a su compromiso con el cumplimiento de las promesas hechas durante su campaña. Ha luchado activamente por los derechos de los trabajadores, buscando que reciban salarios justos, y ha defendido a las familias en situaciones difíciles, como cuando fueron desalojadas por bancos corruptos. Esta dedicación se traduce en un compromiso inquebrantable de enfrentar a las corporaciones que abusan de precios en áreas cruciales como la comida y la vivienda. El enfoque de Harris garantiza que priorizará las necesidades de los ciudadanos si es elegida presidenta.
El Impacto del Régimen de Excepción
Desde la implementación del régimen de excepción en El Salvador, la vida cotidiana en comunidades como El Espíritu Santo ha cambiado drásticamente. La aprobación del régimen dio inicio a un período de arrestos masivos que fueron justificados por el gobierno como parte de la lucha contra las pandillas. Sin embargo, muchas personas sin vínculos delictivos fueron detenidas, y esto generó miedo dentro de la comunidad, alterando el tejido social que había logrado mantenerse a lo largo de los años. Las acciones de la policía y el ejército han desatado un clima de desconfianza entre los habitantes, quienes ahora temen a sus propios vecinos.
La Denuncia Anónima y sus Consecuencias
El gobierno de Nayib Bukele estableció un servicio de denuncia anónima para combatir la delincuencia, pero esta medida ha contribuido a la desintegración social. En algunas comunidades, las personas comenzaron a delatar a sus vecinos por envidia o rivalidades personales, llevando a detenciones injustificadas. Las comunidades, que antes eran unidas, ahora están marcadas por la traición y el miedo, lo que ha generado un profundo dolor emocional entre los familiares de los detenidos. Este sistema no solo ha alimentado la desconfianza, sino que también ha llevado a una creciente división y aislamiento entre los habitantes.
Las Crisis de Derechos Humanos
El régimen de excepción ha sido objeto de numerosas denuncias por violaciones de derechos humanos, incluyendo detenciones arbitrarias y abusos. Las organizaciones civiles han documentado miles de casos, revelando que la mayoría de los detenidos no tienen vínculos directos con las pandillas, lo que señala un uso indiscriminado del poder. A pesar de la justificación del gobierno para el régimen, la creciente opacidad y falta de transparencia han llevado a la impunidad en el tratamiento de los detenidos. Este contexto ha alimentado un sentimiento de desesperanza y desamparo entre la población, que se siente atrapada entre las promesas del gobierno y la cruda realidad de sus políticas.
La Manipulación Política
Nayib Bukele ha utilizado la narrativa de la guerra contra las pandillas como un herramienta para consolidar su poder y aumentar su popularidad. A pesar de promesas iniciales de negociación con grupos criminales, su administración ha optado por un enfoque más agresivo y represivo. Esta estrategia le ha permitido desplazar la responsabilidad de la violencia hacia sus antecesores y presentar un imagen de éxito, aunque bajo condiciones opacas. Sin embargo, las sombras de su política emergen a medida que las condiciones de vida para muchos salvadoreños siguen siendo precarias y la corrupción gubernamental se hace más evidente.
En marzo de 2022, un pico de homicidios bajó a Nayib Bukele de golpe del planeta Bitcoin. La muerte de 87 personas en tres días marcó el inicio del estado policial que desde entonces domina la vida de los salvadoreños; un régimen de excepción que suspende garantías básicas y suma miles de denuncias por detenciones arbitrarias, torturas y muertes en las cárceles al mismo tiempo dio paso a un país ‘seguro’ y a un modelo que hoy otros quieren copiar. Mientras investigaciones periodísticas y documentos dan cuenta del pacto que mantuvo Bukele con las pandillas al inicio de su gestión, la violencia repentina le dio una excusa para apelar a la misma solución que otros gobiernos —la mano dura— pero con el entusiasmo de un emprendedor, sin frenos, con publicidad y golpes de efecto. La política de tierra arrasada hizo de Bukele uno de los políticos más populares en la región y terminó por romper algunas comunidades que habían resistido unidas a casi todo. Hasta que el Gobierno les ofreció un número de teléfono y les dijo: llamen, su denuncia es anónima.
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