Dardos de miedo, desánimo, enfermedad o duda. Todos los días enfrentamos ataques que buscan debilitarnos, pero Dios nos recuerda que con el escudo de la fe podemos apagarlos todos.
Así como Josué tuvo que ser fuerte y valiente para conquistar la tierra prometida, tú también puedes enfrentar lo que venga sabiendo que no estás solo. Dios sigue diciendo: “No tengas miedo, porque Yo estoy contigo”.
Cada dardo que el enemigo lanza es prueba de que le temes… porque ve en ti el propósito que Dios ya ha declarado. Levanta tu fe, esquiva los dardos y sigue corriendo la carrera con confianza.