Una transición de liderazgo no se trata solo de entregar el batón, se trata de caminar juntos. En la Biblia vemos ejemplos buenos y malos de sucesión. El éxito no está en el relevo, sino en el acompañamiento, la formación, la obediencia y la visión compartida. Jesús formó discípulos caminando con ellos, y nos dejó el mejor modelo: elegir, enseñar, empoderar y seguir presente. Porque el liderazgo que no se multiplica, se apaga.