Joy Corson nació en Colombia, hija de misioneros que dejaron todo para extender el evangelio. Su vida fue un reflejo del legado de fe que recibió: entrega, obediencia y pasión por Dios. Entre viajes, decisiones difíciles y un corazón dispuesto, descubrió su llamado, formó una familia y volvió a la tierra de sus raíces para seguir el plan de Dios. Su historia es un testimonio vivo del amor que deja huella.