Tres mujeres —Hildegarda de Bingen, Marguerite Porete y Simone Weil— reconfiguran el yo como armonía, transparencia y disponibilidad ante el Amor. Desde visiones cósmicas, espejos místicos y silencios éticos, sus voces trazan un itinerario espiritual donde el yo no se afirma, sino que se abre, se entrega y se transforma.