México no solo falla en castigar la corrupción; la normaliza. Cambian los Gobiernos, pero persisten la discrecionalidad, la militarización opaca de la obra pública y la tolerancia social a los privilegios. Mientras la sanción sea la excepción y el costo político sea menor que el beneficio privado, el resultado es predecible: más casos, menos vergüenza y un Estado que se acostumbra a perder. Ivabelle Arroyo, politóloga y analista; y Vianey Esquinca, analista y socia directora de Cuadrante Comunicación, nos hablan al respecto.