Licenciado en BiologÃa Evolutiva y AntropologÃa, con una incansable curiosidad por desentrañar los orÃgenes del ser humano, el paleontólogo Ignacio MartÃnez Mendizábal ha sido pieza clave en el descubrimiento de fósiles que redefinieron nuestra comprensión de las primeras migraciones y del comportamiento del 'Homo antecessor'. Catedrático de AntropologÃa FÃsica en la Universidad de Alcalá (Madrid), su nombre está estrechamente vinculado a los hallazgos en los yacimientos de Atapuerca (Burgos), desde 1984.
Entre sus descubrimientos destacan restos óseos que evidencian el desarrollo temprano del pensamiento simbólico, la colaboración y la vida prehistórica en comunidad, que le llevó a recibir junto a su equipo el Premio PrÃncipe de Asturias de Investigación CientÃfica y Técnica en 1997. Los llamados "Cráneo 4", "Cráneo 5" y "Benjamina" fueron algunos de los grandes hitos de su trabajo, que contribuyeron a entender mejor a nuestros ancestros. "Nunca pensé, en mi carrera como paleontólogo, que me iba a encontrar el amor fosilizado, porque eso es lo que es Benjamina, el amor fosilizado, que habla de lo mejor de las personas. Algo que cientÃficamente es muy interesante porque Darwin pensaba que el amor habÃa sido uno de los motores de la evolución humana", describe.
MartÃnez Mendizábal es autor de obras como 'El primate que querÃa volar', una reflexión sobre la evolución humana narrada de manera accesible y cautivadora, y coautor de los libros 'La especie elegida' y 'Amalur', en colaboración con Juan Luis Arsuaga, que ofrecen una mirada divulgativa sobre la evolución y la relación del ser humano con la naturaleza. El compromiso con la vocación cientÃfica del paleontólogo ha contribuido no solo al avance del conocimiento antropológico, sino también a inspirar el interés por la ciencia en las nuevas generaciones, a quienes aspira a dejar su ejemplo como legado.